Viaje hacia uno mismo

Cuando era niña me encantaba el verano…y a quién no… Era el momento del año donde nos alejábamos del barrio en el que vivíamos, de los amigos con los que habitualmente jugaba…recuerdo que era un momento temporal en el que me sentía libre, sin ataduras…Solíamos estar en contacto con la naturaleza. Era un contacto con los cinco sentidos. No había nada más en mi mente que disfrutar de cada momento, de cada pequeña aventura, de cada baile en la verbena del pueblo, de cada helado, cada tarde en la playa, de no saber que era mirar el reloj y mucho menos las nuevas tecnologías.

Seguramente todos hemos tenido veranos así, algunos más lejos de su barrio, otros más cerca, pero con el mismo tipo de sensaciones placenteras de despreocupación, desconexión….me atrevería a decir, momentos de auténtica felicidad.

Conforme vamos creciendo ese tipo de vacaciones quedan cada vez más lejanas, cuesta alejarnos del día a día y de sus problemas…el tiempo de desconexión no es el suficiente, las circunstancias personales o familiares a veces no permiten elegir, es difícil encontrar tiempo para uno mismo cuando las vacaciones son compartidas con “pequeñas personitas” que requieren todo nuestro tiempo…Y a todo esto se le suma la necesidad que, nuestro tiempo actual, nos genera de tener que estar conectados en casi todo momento con el resto de mundo. Todo ello provoca en muchas personas una sensación frustrante de no haber aprovechado su momento de vacaciones de verano como le gustaría….o bien porque su viaje o escapada no ha sido como esperaba o bien porque ese viaje finalmente no se ha podido realizar.

Os mentiría si os dijera que ese viaje de ensueño no os ayudaría a desconectar y a soñar… pero imaginad que os dijera que no es imprescindible para poder experimentar esas sensaciones de placer y desconexión. ¿Y si pudiésemos elegir viajar hacia esos veranos de la niñez? ¿Un viaje hacia uno mismo donde pudiéramos reexperimentar algunas de esas sensaciones que teníamos en verano?

Los procesos sensoriales afectan a los sistemas biológicos, produciendo emociones. Si en la infancia conseguimos ligar determinadas experiencias con nuestros sentidos (el gusto, el tacto y sobre todo el olfato…) a emociones positivas como la serenidad, el bienestar, el confort….y volvemos ahora en la edad adulta a experimentar con nuestros sentidos esos olores y sensaciones…nuestro cerebro será capaz de evocar de nuevo en nosotros todas esas emociones. Digamos que las emociones pueden ser generadas, tanto por nuestros pensamientos como por los sentidos.

Se trataría de visitar lugares que solías frecuentar o actividades que solías realizar y evocaban en ti sensaciones agradables y placenteras…como ir a ese chiringuito frente al mar y pedirte ese plato que tanto te gustaba, comerte una bolsa de pipas una noche sentada en la playa, volar una cometa en el campo, dormir una noche en una tienda de campaña aunque no sea en un camping lejano, dar un paseo en bici, no perderte la noche de la lluvia de estrellas, escuchar los sonidos que se esconden en una noche de verano, jugar un partido de fútbol o vóley playa, recoger conchas o cazar cangrejos, bucear…cualquier momento que haya sido tuyo y continúe siéndolo.

Y lo más importante: pararte un momento a sentirlos, a conectar con ellos, con las sensaciones que te provocan a través de los sentidos.

Lo que sucede es que no solemos encontrarnos abiertos a reencontrarnos con ese tipo de experiencias como recurso para desconectar o disfrutar y nos perdemos en la búsqueda constante de encontrar el mejor pack vacacional… Dicha búsqueda nos aleja de lo que tenemos más cerca, más a mano, que son las cosas más sencillas y con las que podemos disfrutar todo el verano más allá de los 15 días de permiso vacacional.

Las experiencias permanecen en la memoria, en nuestro recuerdo y son estimuladas por nuestros sentidos.

“Si nos relajamos y abrimos las emociones…estaremos sobre un hermoso “campo de viñedos”, observando una fuente cromática de colores en el cielo o en el mar o simplemente recuperando el olor del eucalipto o lavanda”

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