Las obsesiones, podría decir por mi experiencia como psicóloga, que es una de las patologías que más angustia a los pacientes. Quien las padece puede sufrirlas en forma de ideas, pensamientos, imágenes o incluso impulsos. Aparecen de manera recurrente y descontrolada, no conseguimos deshacernos de ellas y producen mucho malestar.

El desconocimiento de por qué se producen y el miedo a pensar que estamos “perdiendo el control de nuestra mente” hace que el paciente viva las obsesiones con temor, vergüenza e incluso culpa.

El paciente, con el tiempo, aprende algunas maneras de aliviar el malestar que le provocan esas obsesiones, pero ese alivio llega un momento en que ya no es útil. El trastorno obsesivo más frecuente es el:

Trastorno obsesivo-compulsivo.

Sin embargo, ni es el único, ni tenemos por qué cumplir con los criterios de este trastorno para sufrir obsesiones. Si nos encontramos ansiosos y a eso le sumamos un mal manejo de los pensamientos, puede que nos lleve a padecer obsesiones.
Las personas tendemos a comparar y a equiparar problemas, es importante valorar cada caso y no anticipar el diagnóstico.