Ansiedad, de nuevo conmigo

Las personas que han experimentado ansiedad, de manera puntual pero en alta intensidad o mantenida en el tiempo, suelen desear encontrarse en el otro bando… en el bando de los que apenas la han experimentado o la experimentan de manera tan leve que nunca llegarán a entender del todo a sus compañeros.

La ansiedad es un sistema de alerta que todos los seres humanos tenemos para activarnos en momentos de urgencia, amenaza… pero no todos llegamos a experimentarla con la misma frecuencia ni con la misma intensidad.

Hay personas que la experimentan por primera vez ya desde niños, otros de manera ocasional cuando han experimentado un evento estresante importante (enfermedad, accidente, un examen relevante, una ruptura, un duelo…) y luego están las personas que tienden a experimentarla de manera más frecuente, como un compañero de vida que ha decidido visitarte de manera periódica sin que, por su puesto, le hayas invitado.

Muchos pacientes se preguntan por qué les ha tocado a ellos y es que en muchos casos la ansiedad puede resultar incapacitante para las personas que la sufren, no solo por la sintomatología tan perturbadora que viene asociada (ahogo y opresión en el pecho, taquicardia, mareos, inquietud, dificultades estomacales, sudoración…) sino también por el impacto que puede tener en la calidad del sueño y en la alimentación, en la atención, la concentración, la memoria, la toma de decisiones, el humor y el estado de ánimo (la ansiedad de manera prolongada puede provocar sintomatología depresiva).

Tanto malestar, fruto de la propia ansiedad y de la falta de recursos para combatirla, es lo que en gran medida está provocando cada vez un mayor consumo de benzodiacepinas de acción rápida (orfidal sería un ejemplo). Un método rápido y “fácil” a corto plazo. Sin embargo y aunque es cierto que en muchas casuísticas los niveles de ansiedad solo pueden bajarse en una primera instancia con ansiolíticos (siempre con prescripción médica, aconsejablemente por un profesional de la salud mental y con un pauta en progresivo de retirada), la terapia psicológica es sin duda la clave para manejar la ansiedad.

Existe una importante carga genética hereditaria a la hora de poder desarrollar mayores o menores niveles de ansiedad (tu umbral para activarse será más bajo, más sensible y fácil de activar si tienes cierta predisposición genética), sin embargo un peso importante también radica en los estilos educativos que hayas recibido y en los procesos de aprendizaje que hayas desarrollado ante ciertas experiencias adversas.

¿Qué podemos hacer para reducir la ansiedad?

-En ocasiones no es sencillo ni rápido, ni existen recetas mágicas, pero de manera podríamos decir “estratégica”, el primer paso sin duda es NO luchar contra ella. Lo que debemos hacer es aliarnos con ella, conocerla…conocerla tanto que seas tú quien ponga las reglas del juego. No se puede manejar algo que se teme y se desconoce y normalmente esta situación se suele dar bastante. Es fundamental aprender a relacionarse de otra manera con los síntomas de ansiedad (a nivel físico y a nivel mental).

-La ansiedad, como decíamos, es un sistema de alerta fisiológico, por lo tanto existe un trabajo importante relacionado con la propia activación del cuerpo. Si ayudamos al cuerpo a “bajar la activación” reduciremos la ansiedad: mejorar el sueño, aprender técnicas de relajación y respiración, realizar ejercicio físico, reducir los niveles de estrés y no saturarnos en exceso de exigencias, mantener cierto orden en nuestra vida, mantener elj autocuidado…

– No olvidemos que el cuerpo no tiende a activarse solo, se sobre-activa por: pensamientos, recuerdos, emociones… Hablo de trabajar la mente, en todos sus planos, a nivel de pensamientos (“qué temo que pase”, “qué creo de esta situación y de mi”, “cómo me siento si no consigo lo que quiero”…), a nivel de recuerdos o asociaciones a veces no conscientes (“esa situación me recuerda a otra y me siento mal”, “cada vez que hago esto o alguien me habla así me siento mal”)… Si cambiamos la manera de ver nuestras circunstancias y sentimos que ya no son tan amenazadoras, la ansiedad también se reducirá.

– Mejorar ciertas habilidades, recursos personales y  de interrelación con los demás también te ayudará a encontrarte más seguro y a manejar contextos adversos o tensos de forma más adaptativa. Me refiero a mejorar las habilidades sociales, la asertividad, la gestión emocional, la relación con nuestros propios pensamientos…

Abordar las crisis de ansiedad y sus posibles recidivas, en ocasiones puede resultar una carrera de fondo, pero merece la pena prepararse al máximo para intentar acabar la carrera con el menor esfuerzo posible y disfrutando al máximo del recorrido, ya que aunque a veces el camino pueda resultar duro…se puede conseguir y sin duda, merece la pena.

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