Los duelos que no vemos

La vida va avanzando y mientras la recorremos inevitablemente vamos dejando atrás muchas cosas, personas, circunstancias o momentos vitales. Cuando hablamos de duelo, nos viene a la mente en seguida el proceso de pérdida vivido cuando nos deja un ser querido, momento en el cual incluso podemos llegar a sentir que hemos perdido una parte de nosotros mismos.

Aunque el duelo por la pérdida de una persona puede llegar a ser de los más duros y difíciles, existen otros tantos duelos que sin darnos cuenta también vivimos y que a veces no llegamos a elaborar como es debido. El duelo es el proceso de adaptación emocional que una persona tiene cuando sufre una pérdida relevante. Y a lo largo de la vida perdemos muchas cosas…un cambio profesional no deseado, una ruptura sentimental, ver que tu relación de pareja ya no es la que era, el darnos cuenta que los años van pasando y nos han dejado una huella de todo lo vivido que ya no se quita, sentir que nuestro cuerpo y nuestra salud no son lo que era, que ese sueño deseado ya no da tiempo a cumplirse, decepcionarte para siempre de esa persona que admirabas y era tan importante para ti, ver que la vida que soñaste tener no existe, dejar de practicar ese deporte o esa afición que eran tu vida, observar a tu hijo y darte cuenta repente que ya no es tú niño…

La respuesta emocional ante una pérdida puede depender de:

  • La manera que tenemos de vincularnos a las personas, cosas, circunstancias o vivencias guarda relación con el tipo de apego que hemos desarrollado en nuestra infancia. Ese tipo de apego condicionará la respuesta que tengamos ante una pérdida. Un apego inseguro suele conllevar separaciones y pérdidas más difíciles.
  • El tipo de personalidad, las pérdidas acumuladas o las situaciones estresantes intensas vividas previamente a la pérdida o cambio, suelen predecir también experiencias de pérdida más complicadas.
  • El valor y la importancia que tienen para nosotros lo que perdemos, lo que representa para nosotros: ese rol, circunstancia o vivencia (como sucede en la pérdida de un ser querido) determinará también en gran medida las dificultades para elaborar correctamente un duelo.
  • Un tipo de pensamiento más flexible y orientado hacia lo que todavía conservamos y no hacia lo que hemos perdido, es un buen predictor ante un duelo, puesto que permitirá encajar mejor un cambio que no se desea, en ese caso una pérdida.

Independientemente de lo que perdamos o dejemos atrás, el camino para no estancarnos y seguir avanzando en la vida pasará por

  • Ser consciente de esa pérdida y mirarla a los ojos.
  • Estar atento y hallar los significados que han representado para ti esa pérdida.
  • Elaborar e incorporar nuevos significados a tu vida.
  • Permitirte expresar verbal y emocionalmente lo que ha representado para ti esa pérdida, ponerle a ese sentimiento palabras y sentido.
  • “La negación es una reacción instintiva y natural al dolor, a la pérdida y al cambio”. Si estás negando o resistiéndote a esa pérdida, analizar el por qué… qué te está anclando a ella: ¿miedo, resistencia al cambio, frustración por no haberlo evitado…?.
  • Explorar y conectar con posibles ilusiones que puedas tener acerca de lo que ya no está, con un futuro que ya no vivirás y que puede resultarte doloroso.

No debe pasar desapercibida la pérdida, no debe ser ignorada, obsérvala en todo su significado, siéntela, recuérdala y dale un espacio en tu vida, el suficiente como para que quepan otras experiencias.                                                                                                                            

 

 

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